10-03-2006
Título original: The Health Effects of Waste Incinerators, 4th
Report of the British Society for Ecological Medicine
La Sociedad Británica de Medicina Ecológica
acaba de publicar un informe sobre los impactos de la incineración
de residuos sobre la salud. El documento define los principales
contaminantes emitidos por las incineradoras, los principales
grupos de riesgo, las deficiencias en el control de emisiones,
entre otras cosas.
A continuación está la traducción del resumen
y de algunos fragmentos:
Resumen:
- Numerosos estudios han demostrado la
existencia de mayores índices de cáncer en adultos y niños y de
malformaciones congénitas en los alrededores de las incineradoras
de residuos urbanos: estos resultados son consistentes y las
asociaciones que establecen son causales. Una serie de estudios
epidemiológicos de menor alcance apoyan esta interpretación y
sugieren que la variedad de enfermedades producida por las
incineradoras podría ser mucho más amplia.
- Las emisiones de los incineradores son una
fuente importante de partículas finas, metales tóxicos y más de
200 químicos orgánicos, incluyendo cancerígenos conocidos, mutagénicos
y disruptores hormonales.
Las emisiones también contienen otros compuestos no identificados,
cuyo potencial de daño aún se desconoce, como fue alguna vez el
caso de las dioxinas. Como la naturaleza de los residuos cambia
continuamente, también cambia la naturaleza química de las
emisiones de los incineradores y, en consecuencia, el potencial de
que provoquen efectos adversos en la salud.
- Las medidas de seguridad que se adoptan
actualmente están diseñadas para evitar efectos tóxicos agudos
en los vecindarios inmediatos, pero ignoran el hecho que muchos de
los contaminantes se bioacumulan, pueden ingresar en la cadena
alimentaria y provocar enfermedades crónicas con el tiempo y en un
área geográfica mucho más amplia. No ha habido ningún esfuerzo
local por evaluar los efectos de las emisiones en la salud a largo
plazo.
- Los incineradores producen cenizas de fondo y
cenizas volantes, las cuales representan el 30-50% del volumen de
los residuos originales (compactadas), requieren ser transportadas
a vertederos sanitarios. Los equipos de los incineradores modernos
simplemente transfieren la carga de tóxicos, notablemente de
dioxinas y metales pesados, de las emisiones aéreas a las cenizas
volantes. Esta ceniza volante es liviana, se vuela fácilmente y en
su mayoría tiene el tamaño de partículas pequeñas.
Representa un peligro para la salud considerable y poco estudiado.
- Dos estudios en Estados Unidos mostraron que
la contaminación del aire por partículas finas (PM 2.5) provoca
el aumento de mortalidad total, mortalidad cardíaca y mortalidad
por cáncer de pulmón, tras ajustarse otros factores. Las partículas
finas se producen principalmente por procesos de combustión y se
producen en gran cantidad en los incineradores.
- En uno de los estudios de cohorte la cardiopatía
isquémica provocó un cuarto de las muertes y estaba fuertemente
relacionada con el nivel de partículas PM 2.5. Se asoció un
aumento de 24,3 mcg/m3 en la contaminación con partículas PM 2.5
con un aumento de la mortalidad cardiopulmonar del 31%. También se
ha mostrado que los aumentos de partículas finas de períodos
cortos, como sucede en las áreas ubicadas en la dirección que
corre el viento de los incineradores, causan aumentos
significativos de infartos de miocardio.
- Altos niveles de partículas finas han
asociado con un aumento en la prevalescencia de asma y COPD
(enfermedad de obstrucción pulmonar crónica).
- Las partículas finas que se forman en los
incineradores en presencia de metales tóxicos y toxinas orgánicas
(incluyendo aquellos conocidos
cancerígenos) adsorben esos contaminantes y los llevan al torrente
sanguíneo y a las células del cuerpo.
- Los metales tóxicos se acumulan en el cuerpo
y han sido implicados con una variedad de problemas emocionales y
de comportamiento en niños, como autismo, dislexia, déficit de
atención y desorden de hiperactividad (ADHD), problemas de
aprendizaje y delincuencia, y en problemas en adultos como
violencia, demencia, depresión y mal de Parkinson. Estos metales
se encuentran presentes universalmente en las emisiones de los
incineradores y también en altas concentraciones en las cenizas
volantes.
- La susceptibilidad ante los contaminantes químicos
varía dependiendo de factores genéticos y adquiridos, teniendo un
impacto máximo en los fetos. La exposición aguda puede conducir a
la sensibilización de algunos individuos, que pueden padecer luego
sensibilidad ante bajas dosis químicas de por vida.
- Se ha examinado la toxicidad de unas pocas
combinaciones químicas, aunque se han demostrado los efectos sinérgicos
en la mayoría de los casos donde se han hecho estas pruebas. Esta
sinergia podría aumentar significativamente la toxicidad de los
contaminantes emitidos, pero este riesgo no ha sido evaluado.
- Tanto el cáncer como el asma han aumentado
implacablemente con la industrialización, y los índices de cáncer
han mostrado estar correlacionados geográficamente con las plantas
de tratamiento de residuos tóxicos y con la presencia de
industrias químicas, lo que indica una necesidad urgente de
reducir nuestra exposición.
- Los incineradores que queman materiales
radiactivos producen partículas radiactivas. Este material es
cancerígeno y no se han llevado a cabo estudios para evaluar los
riesgos para la salud derivados de estas emisiones radiactivas.
- Se conoce que algunos contaminantes químicos
como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y los
metales pesados provocan modificaciones genéticas. Esto representa
un daño no solo para las generaciones presentes sino también para
las generaciones futuras.
- El control de las incineradoras no ha sido
satisfactorio por la falta de rigor, la baja frecuencia, el pequeño
número de compuestos medidos, los niveles considerados aceptables,
y la ausencia de controles biológicos. La aprobación de
instalaciones nuevas ha dependido de datos modelo, que se supone
provienen de medidas científicas de seguridad, aunque los métodos
que se usan no tienen más de un 30% de precisión e ignoran el
importante problema de las partículas secundarias.
- Se ha sostenido que los procedimientos
modernos de reducción de la contaminación hacen que las emisiones
de los incineradores sean seguras, pero esto es algo imposible de
establecer. Más aún, dos de las emisiones más peligrosas – las
partículas finas y los metales pesados – son relativamente
resistentes a la remoción.
- No se puede establecer de antemano la
seguridad de las nuevas plantas de incineración, y si bien un
control de la salud riguroso e independiente podría arrojar dudas
sobre la generación de efectos adversos en el feto y los infantes
en el término de unos pocos años, este tipo de monitoreo no se ha
puesto en práctica, y a corto plazo no alcanzaría una
significancia estadística para establecimientos individuales.
Otros efectos, como cáncer en adultos, podrían ser retrasados
como mucho diez o veinte años. Por ende sería apropiado aplicar
el principio precautorio aquí.
- Ahora hay métodos alternativos para tratar
los residuos, que evitarían las principales amenazas de la
incineración y serían mucho más baratos en términos reales, si
se toman en cuenta los costos relacionados con la salud.
- Actualmente los incineradores contradicen los
derechos humanos básicos, según están establecidos en la Comisión
de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, y también en el
Convenio de Estocolmo y la Ley de Protección Ambiental de 1990. El
feto, los infantes y niños tienen corren mayor riesgo por las
emisiones de incineradores: por ende sus derechos están siendo
ignorados y violados, lo que contradice el concepto de una sociedad
justa. También lo contradice la política actual de ubicar
incineradores en áreas pobres, donde sus efectos sobre la salud
serán maximizados: esto debe ser revisado con urgencia.
- El análisis de la literatura nos lleva a
opinar que no se deberían aprobar nuevos establecimientos que
emitan cantidades sustanciales de partículas finas, metales
pesados volátiles y contaminantes orgánicos peligrosos, y que se
deberían tomar medidas urgentes para reducir las emisiones de las
plantas de quema de basura que funcionan actualmente y aplicar un
riguroso monitoreo biológico hasta que se las pueda sacar de
funcionamiento y poner en operación métodos de disposición de
residuos más seguros. También se deberían hacer vigorosos
esfuerzos por reducir la cantidad de residuos que se producen ya
que en el presente no hay ninguna solución completamente
satisfactoria para su disposición.
Fragmentos del informe:
9.1 El coste de la incineración
"El coste de la incineración es enorme. Un
informe recientemente publicado por la Comisión Europea sugiere
que por cada tonelada de residuo quemado se provocan daños a la
salud y ambientales entre 21 y 126 libras. Esto significa que un
incinerador que quema 400.000 toneladas al año cuesta al
contribuyente entre £9.000.000 y £57.000.000 por año. (240).
Otro informe sugirió que un incinerador de este tamaño costaría
48.000.000 euros en concepto de daños a la salud.(240).”
“Hay un problema básico con los incineradores modernos.
Mientras menos contaminación del aire producen, más tóxicas son
las cenizas. Los incineradores más antiguos emitían grandes volúmenes
de dioxinas. Estas se han reducido significativamente en las
emisiones gaseosas pero han aumentado considerablemente en las
cenizas volantes, al igual que los metales pesados y otros químicos
tóxicos. Un incinerador que quema 400.000 toneladas de residuos
anualmente durante sus 25 años de operación produciría
aproximadamente medio millón de toneladas de cenizas volantes
altamente tóxicas. No se ha encontrado ningún método adecuado
de eliminación de cenizas volantes. Actualmente van a vertederos
especiales lo que implica largos viajes por carretera donde
siempre existe la posibilidad de que haya accidentes. La Comisión
de la Unión Europea estableció que las filtraciones de los
vertederos podría ser una de las fuente de dioxinas más
importante en el futuro. Estos y otros contaminantes podrían
filtrarse hacia las aguas subterráneas, de donde sería casi
imposible quitarlas."
10. Cementeras
“Si bien este informe trata principalmente
sobre incineradores es útil comparar los incineradores con las
cementeras. Ambos producen emisiones tóxicas similares y gran
parte de este informe es relevante para ambos. Los hornos de
cemento convierten piedra caliza, tiza y arcilla en cemento.
Necesitan grandes cantidades de combustible para producir las altas
temperaturas que requieren y esto lleva al uso de combustibles no
convencionales como neumáticos, combustible derivado de desechos y
residuos industriales y peligrosos llamados Cemfuel, combustible líquido
secundario, y combustible líquido reciclado.”
“Sin embargo, los controles de contaminación
y planificación son significativamente más débiles que los que
se aplican a los incineradores de residuos peligrosos. Los hornos
de cemento producen una serie de emisiones tóxicas como mercurio,
manganeso, bario, plomo, ácido sulfúrico, estirenos, dioxinas y
1,3 butadieno.”
Se están midiendo muy pocos contaminantes
“Solo se mide una pequeña proporción de los
cientos de químicos emitidos por un incinerador. Solo media docena
de ellos se miden de forma
continua en la chimenea y cerca de otra media docena se miden
ocasionalmente (con frecuencia cada 6 meses el primer año y después
anualmente) por monitoreo de sitios específicos – esto incluye
metales pesados y dioxinas. Esto es claramente insatisfactorio y
dado que los operadores de residuos son avisados previamente a la
visita, se les da una oportunidad de cambiar los residuos que
queman poniendo los más limpios, lo cual no es representativo del
riesgo tóxico.”
"Medir las concentraciones en la chimenea
del incinerador en un momento de tiempo no ofrece prácticamente
ninguna información sobre la cantidad total de contaminantes a la
cual está expuesta la población local."
"El control actual no nos dice nada sobre
la carga corporal de contaminantes. Aunque estén presentes en
bajas cantidades, la mayoría de los contaminantes emitidos por los
incineradores se acumulan despacio en la gente de las vecindades.
La toxicidad crónica es un riesgo cuando los contaminantes se
acumulan más rápido de lo que se eliminan: este es especialmente
el caso de los metales pesados y los compuestos orgánicos
persistentes (COPs). Para algunos contaminantes la proporción de
excreción es muy pobre, por ejemplo la vida media del cadmio en el
cuerpo es de 30 años y la de los PCBs es de 75 años, e incluso
sin ninguna exposición posterior llevaría mucho más tiempo
limpiar el cadmio o los PCBs del cuerpo humano."al
contribuyente entre £9.000.000 y £57.000.000 por año. (240).
Otro informe sugirió que un incinerador de este tamaño costaría
48.000.000 euros en concepto de daños a la salud.(240).”
“Hay un problema básico con los incineradores
modernos. Mientras menos contaminación del aire producen, más tóxicas
son las cenizas. Los incineradores más antiguos emitían grandes
volúmenes de dioxinas. Estas se han reducido significativamente en
las emisiones gaseosas pero han aumentado considerablemente en las
cenizas volantes, al igual que los metales pesados y otros químicos
tóxicos. Un incinerador que quema 400.000 toneladas de residuos
anualmente durante sus 25 años de operación produciría
aproximadamente medio millón de toneladas de cenizas volantes
altamente tóxicas. No se ha encontrado ningún método adecuado de
disposición de cenizas volantes. Actualmente se las entierra en
rellenos especiales y esto comprende largos viajes por ruta donde
siempre existe la posibilidad de que haya accidentes. La Comisión
de la Unión Europea estableció que las filtraciones de los
rellenos podría ser una de las fuente de dioxinas más importante
en el futuro. Estos y otros contaminantes podrían filtrarse hacia
las aguas subterráneas, de donde sería casi imposible
quitarlas."
Nota:
El informe completo está en:
http://www.noharm.org/details.cfm?ID=1245&type=document
(pdf de 50 páginas, 520 k)